miércoles, 25 de enero de 2012

LA RESPONSABILIDAD QUE NOS EXIGE LA HISTORIA

La historia es la madre de todas las ciencias. Conocer la historia para no volver a cometer los mismos errores. Saber el pasado para entender el presente y afrontar el futuro. ¿Tópicos?

Para Rita Lévi, centenaria neuróloga, Premio Nobel de Ciencia, el ser humano desarrolló la razón cuando el mono descendió del árbol hace unos 4 millones de años, y evitar así verse engullido por sus depredadores. Se puede decir que evolucionó en el sentido de desarrollar una mente cuya meta fue el homo sapiens sapiens, a la vez que los sentimientos, en conexión directa con esa evolución racional. Es la propia razón la que diferencia al hombre de los animales, y esa misma razón, irónicamente, la causa de su humana idiosincrasia. ¿Es razonable que haya en el mundo millones de seres humanos muriendo de hambre, mientras una minoría, despreocupada, mira hacia otro lado? ¿Es razonable que el planeta donde vivo y que me ofrece mucho más de lo que necesito para vivir, se esté destruyendo poco a poco, agotando sus recursos? ¿Dónde está la razón entonces?

Parece que el ser humano es algo más que razón, o que la razón, en principio positiva, dista bastante de serlo, ningún ser vivo produce más violencia, sinrazón, odio y maldad que el ser humano; a esta conclusión llegó Rita Lévi. ¿Debemos ser pues pesimistas con el ser humano? ¡Claro que no! Aquí entra el papel de la historia, encarnado en su mentor principal, el HISTORIADOR.

El historiador debe conocer, ya no sólo fechas, datos concretos… son sólo excusas para poco a poco introducirse en la propia identidad humana, la historia más que hechos son procesos y más que datos son ideas. Sabedor de la condición humana, a veces somos envidiosos, egoístas, codiciosos, etcétera, no lo podremos cambiar, el mundo no será nunca perfecto, pero sí podrá ser cada día un poco menos imperfecto. Aquí hay varias opiniones, Hobbes ya decía aquello de lupus homini (el hombre es un lobo para el hombre), aunque la mayoría de los grandes filósofos de la Historia están de acuerdo en que el hombre es bueno por naturaleza (y es la sociedad el que lo corrompe), desde Sócrates pasando por Rousseau.

El historiador, hoy más que nunca, tiene un compromiso con la sociedad, una RESPONSABILIDAD, desarrolla un papel activo en ella. Despertar conciencias en su premisa, actuando de forma crítica y atenta a su entorno. Con una mente abierta y coherente ocupa su propio espacio dentro de la sociedad, es en definitiva un intelectual y puede dedicar esta visión a cualquier campo en el que profese. En el caso concreto de España, queda patente la carestía vergonzosa de intelectuales, y es que en plena resaca democrática, la sociedad está apática, progresivamente carente de valores que han hecho trueque con otros más acomodaticios.

Nadie se planteaba hace unos años si sería capaz de pagar durante 40 años la enorme hipoteca que contrató, eran tiempos de bonanza. Ahora la historia gira de rumbo. Si hubieramos entendido bien eso de la volatilidad de los mercados, lo ocurrido en la década de los ochenta con el endeudamiento de países latinoamericanos, si no se hubiera sido tan avaricioso, si hubiéramos escuchado las enseñanzas de la historia… Incluso llegados a este punto, el mensaje que nos ofrece la historia sigue siendo de esperanza. No tiremos por tierra todo por lo que la humanidad de una manera u otra ha luchado para conseguir lo que hoy somos, más aún continuemos persiguiendo los grandes ideales y valores humanos, desde la solidaridad, el respeto, la libertad y la lucha por los Derechos Humanos.

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